Lascuarre románico

Ermita de San Martín s. XII

La ermita de San Martín es un templo de nave única, orientado y rematado a oriente con cabecera típica a base de ábside semicircular y ventanal de doble derrama, hoy tapiado. Hay una portada en el muro de poniente, y otra en el sur, dando al cementerio. Una espadaña de doble ojo remata la fachada occidental.

La construcción se llevó a cabo con sillarejo. Al interior la bóveda absidal es apuntada, como corresponde a una obra de finales del XII o comienzos del XIII. Es muy probable que fuera la principal iglesia de culto del primer asentamiento sólido de población en Lascuarre tras la expulsión de los musulmanes.

Tras su completa rehabilitación en 2006, se consagró de nuevo el altar de la Iglesieta de San Martín. Desde entonces, se practica en ella el culto religioso en los meses más fríos dado que sus dimensiones más reducidas hacen que sea más confortable.

Ermita de San Vicente o San Vicens

Se trata de una pequeña ruina situada a 1,5 kilómetros de Lascuarre siguiendo una pista en dirección sureste que conduce a Luzás. Se encuentra justo a la derecha del camino, casi oculta entre la maleza, a unos 3 metros en la partida conocida como San Vicens de Rivera. Medio kilómetro más adelante ya nos adentramos en el término municipal de Lúzas (Tolva).

Se trata de un diminuto templo en estado de ruina del que resta en buen estado el cilindro absidal levantado sobre una base sobresaliente de al menos cuatro hiladas Está edificado en sillarejo muy poco trabajado y se centra por pequeño ventanal aspillerado.

La bóveda del ábside ha desaparecido y se ha sustituido por una cubierta de uralita a un agua hacia el interior del templo adecuándolo a su nueva función de cabaña-refugio de pastor Llama poderosamente la atención, lo reducido del interior del cilindro absidal.

Queda en pie parte de los muros de la nave, sobretodo el de poniente y algo del muro sur en el que se adivina dónde estuvo la puerta. Sobre la porción anterior del muro sur, se ha levantado lo que en esta zona denominan un “pilaret”, que es una especie de pequeña torre maciza en lo alto de la que se sitúa una hornacina para honrar a un santo. A pesar del estado ruinoso del templo, su tradición permanece arraigada ya que la partida de terreno donde se encuentra se conoce también como San Vicente o San Vicens.

Por su aspecto edificativo, bien pudo ser edificado en las postrimerías del XI. Una vez ya fuera de Lascuarre nos encontramos con casa Avellana, que cuenta en medio de sus campos con un pequeño templo de ábside poligonal algo posterior a la época románica.


Ermita de la Santa Cruz o Santa Creu

La ermita de Santa Cruz se sitúa a un kilómetro aproximado del núcleo urbano de Lascuarre y queda a unos 50 metros a la derecha de la carretera A- 2613. En la antigüedad fue una ermita de gran importancia ya que se sitúa en el camino antiguo que conducía a las gentes de Lascuarre hacia las huertas del Río Isábena. Todavía se conservan vestigios del antiguo camino de Santa Creu que se iniciaba debajo de la actual báscula municipal y seguía por debajo de Santa Creu o Era de Capó una vez cruzada la actual carretera.

También existe otro Camino de Santa Creu que nos lleva al antiguo Convento Trinitario, que en la actualidad también se encuentra en estado ruinoso.

La ermita de Santa Creu se halla un poco elevada con respecto a la posición de la carretera. Se trata de un templo muy sencillo, edificado en mampostería y con sillares en esquinas y arcos de la cabecera. Orientado tal y como mandaban los cánones, con el altar orientado al este, se compone de nave rectangular con sus muros parcialmente derruidos al igual que su cabecera.

La portada, de tipo civil, abre en el muro oeste asemejando la entrada de una casa antigua del casco urbano. En su interior, se aprecian pilastras adosadas a los muros de las que arrancaban fajones de los que se conservan parcialmente sus arranques. Aparentemente, parece un templo más tardío al románico ya que su nave pudo ser de medio cañón.

La cabecera se compuso de cilindro absidal cubierto por cuarto de esfera del que solo queda una porción del cilindro y el arranque de la bóveda. Otro tanto ocurre con el presbiterio y dos pequeñas capillas excavadas en el espesor del muro le aportaban un atisbo de planta en forma de cruz.

Ermita de la San Macario o San Macari

La ermita de San Macario se sitúa en un núcleo de Lascuarre conocido como Salanova. Salanova está formado en la actualidad por un conjunto de casas (dos se recuerdan en el pasado siglo) situadas a unos dos kilómetros de Lascuarre. Salanova aparece elevada a la derecha de la carretera A – 1605, a menos de un kilómetro del desvío que conduce a Lascuarre. La ermita de San Macario se halla a escasos 10 metros del eje de la carretera que se adentra en el valle del Isábena. Hay que prestar atención para identificarla, pues a pesar de su cercanía a la carretera, el aspecto exterior que ofrece apenas la diferencia de cualquier pequeña borda o casetas de monte que vemos al margen de las carreteras.

La ermita de San Macario era utilizada como lugar de culto de los habitantes del núcleo de Salanova que fue deshabitado hace unos 50 años. No se recuerda que fuera un lugar donde los habitantes de Lascuarre fueran en romería. Era muy habitual que masías o aldeas dispersas contaran con pequeñas capillas privadas de la época románica o posterior. Suele ser una modesta edificación en la que prima a todas luces la función sobre la estética. No obstante, cumplen con las directrices religiosas y estéticas del momento.

En esta misma línea pueden estar La Colomina, Puyol o La Avellana. La edificación es sencilla orientada canónicamente y consta de una nave única, rectangular acabada al este por un ábside semicircular. Está edificado en mampostería, a excepción de las esquinas y alguna zona en la base del lado norte y oeste del templo en que podemos ver sillares en ocasiones de gran tamaño.

La portada se abre en el muro de poniente y es de arco de medio punto dovelada. Su aspecto se asemeja a una portada civil, lo que nos hace pensar que su colocación es posterior al origen del templo.

En su interior es patente el abandono de los años. Cubre la nave con bóveda de medio cañón y el cilindro absidal con cuarto de esfera. Las características a resaltar son: un pequeño ventanal adintelado en el lado sur de la nave y una hornacina o concavidad a media altura del muro opuesto.

Los expertos afirman que se trata de una edificación tardía del arte románico, datada una vez avanzado el S XIII. Para su edificación se reutilizaron sillares y otras piedras de la Ermita de San Macario Viejo que se halla a escasos 500 metros al sureste de la misma.

Ermita de la San Macario Viejo

La primitiva ermita de “San Macario Viejo” se sitúa a unos 500 metros en línea recta hacia el sureste desde la nueva ermita. Se divisa elevada desde la carretera, como una pequeña y ruinosa edificación en piedra y a pesar de su estado puede reconocerse su origen, estilo y planta. Está aislada entre campos de cultivo alzándose sobre un pequeño montículo cuya base es de roca viva.

El templo fue de nave única, compuesta por un cilindro absidal y corta nave, cuya articulación con la cabecera, se puede apreciar tanto al interior como al exterior. La edificación es de tipo popular, a base de mampostería y su cronología apunta hacia el XII avanzado. A la vista de la escasa potencia de sus muros, así como la forma apuntada del remate absidal se deduce que se cubrió con tejado de madera a dos aguas. Tras derruirse la nave, pudo ser abrigo de pastores tras cerrar el arranque de la nave con un muro. Se conservan las jambas de la entrada.

Por detrás se aprecia la planta de la nave, así como la puerta primitiva, que estuvo al sur. La jamba este es la propia esquina de la actual ermita. Al interior, el cilindro absidal guarda aún la hornacina realizada a base de dos jambas, como en las portadas de los edificios del XVII-XVIII y un aplanado arco monolítico reutilizado. Por delante, caída pero aún íntegra, la losa del altar ya sin función.